jueves, 11 de diciembre de 2008

LA VÍA DEL BUDISMO


Un hombre malvado qque reprocha algo a otro virtuoso, se parece al que mira hacia arriba y escupe a los cielos; el escupitajo no alcanza a los cielos, sino que vuelve y ensucia a su propia cara
Buda, El Sutra de las cuarenta y dos secciones

Existen dos extremos, oh hermanos, que un hombre santo debería evitar: la práctica habitual de… la autoindulgencia, que es vulgar y sin provecho…, y la práctica de la mortificación de sí mismo, que e sdolorosa e igualmente inútil.
Buda, El sermón de Benarés

La vida religiosa, Malunkyapulta, no depende del dogma de que el mundo es eterno; tampoco la vida religosa, Malunkyapulta, depende del dogma de que el mundo no es eterno. No importa el dogma… siempre habrá nacimiento, edad avanzada , muerte, tristeza, lamentación, miseria, pena y desesperación. Y dicto reglas contra estas cosas de aquí en la Tierra.
Buda, El Majjhima-Nikaya


Las enseñanzas del budismo surgen de unas inusitadamente sensibles preocupación y curiosidad referentes al sufrimiento humano. Fueron los pensamientos de un príncipe indio, en el siglo IV, siddartha Gautama, que puso en tela de juicio el propósito del dolor, de la enfermedad, de la edad provecta (senil) y de la muerte. A los veintinueve años, se lanzó en busca de la experiencia, de la sensibilidad y del conocimiento que, llegado el momento, lo conducirían a una respuesta, a la cualidad de Buda y a la formación de una ética que, en la ctualidad, proclama tener 150 millones de fuieles.
El Budismo moderno ha tomado, básicamente, tres formas distintas: una forma más establecida y llamada Hanayana, una forma más bien difusa y denominada Mahayana y una forma esotérica llamada budismo tántrico. Cada una alega una participación en parte diferente de las enseñanzas de Buda, y cada una refleja la sociedad o período histórico en que se formó. Por lo tanto, existe una triple dificultad para trazar alguna generalidades que puedan, de una forma exacta, satisfacer a todas las escuelas. Pero existen algunos puntos comunes en sus éticas. Por ejemplo, se puede decir con seguridad que todas las sectas han hecho un intento por lograr reslver el conflicto humano a través de una integración interna de la personalidad. El objetivo radica en lograr la armonía con la última unicidad. Este proceso acarreará vrios ciclos d erenacimiento antes de poder alcanzar una verdadera trascendencia, como buda hiciese. Esto cnstituye la base de la enseñanza de Buda.
Así, pues, la principal preocupación del Budismo es con la persona, y con la vida de la persona sobre la Tierra, con el sufrimiento y en como desembarazarse del mismo. El budista ve la vida como un llegar a ser dinámico en vez de un ser estático, y todas las cosas de la vida en un impermanente y constante cambio, ya sea produciéndose, deteriorándose o muriéndose. Según el budismo, aferrarse a lo que es impermanente conlleva sufrimiento, pero ese sufrir puede suprimirse. El método de eliminar el sufrimiento radica en seguir la Senda Óctuple, consistente en la recta visión, la recta intenció, el recto discurso, la recta acción, el recto sustento, el recto esfuerzo, la recta atención del ahora y la recta concentración.
Para ekl Budista, el conflicto surge del deseo. Es el deseo el que provoca la avaricia, la lujuria, el odio y el apego. Es necesario superar estos deseos, puesto que los mismos constituyen, principalmente, la irracionalidad que oscurece una exacta percepción de la realidad. También crean la scualidades que separan el sujeto y el objeto y originan los conflictos.
El superar el ego puede llevarse a cabo por un consciente deseo de vivir en la Senda media: un sistema ético moderado, aunque extenso y práctico. Se consigue también de forma intuitiva, espontáneamente, de repente, en una confrontación directa.
Para una vid aplena, el budista hace hincapié en la amabilidad, en la virtud, en el amor, la compasión, el no perjuicio, la libertad, la moderación, la templanza, la regla de oro y el deber mutuo eb las relaciones humanas.
El budista en pleno funcionamiento (en desarrollo) es, por lo tanto, moral, consciente, constante buscador del conocimiento, libre de deseo y expectación. Son más conceptuales que emocionales, aunque se pone énfasis en la amabilidad y en la compasión , así como en los rasgos de honestidad, compasión, respeto, cortesía, hospitalidad, generosidad y el honrar los derechos de los demás.
La vía budista es de tipo solidario, individualista en extremo y dirigida interiormente. Es autoautentificadora. No necesita de otra validación.


Leo Buscaglia.
La iamgen la saqué en la reserva nacional Río Cipreses en la Sexta región el mes pasado.
Cougar

martes, 2 de diciembre de 2008

LA VÍA DEL CONFUCIANISMO


En la imagen mi hermano y el Bicho a metros de morir :S, potente imagen de todos modos, en radal 7 tasas, region del maule, Chile.
LA VÍA DEL CONFUCIANISMO

Respecto del camino, el hombre inteligente va más allá del mismo y el imbécil no llega lo suficientemente lejos.

De El Chang Yong, 4

Confucio dijo:

… Cuando un hombre practica los principios de la conciencia y de la reciprocidad, no se encuentra lejos de la ley universal. Lo que no quieras que los otros te hagan a ti, no se lo hagas a los otros.

De el medio dorado de Tsesze, XIII


Confucio nació en China hacia la misma época que Buda en La India y Pitágoras en Grecia, el año 552 antes de Jesucristo.
Al igual que la mayoría de los auténticamente grandes jefes éticos y morales, no escribió nada. Sus enseñanzas fueron recogidas (por sus discípulos) en cuatro obras principales, un siglo después de su muerte, y se las denominó los Shu (Los cuatro clásicos). De ellos, la obra ética más importante es el Luen Yu.
Confucio fue un hombre y no un dios. No expuso ni teorías ni una máxima universal. No ofreció fórmulas a la Humanidad o mandamientos divinos. Evitó tratar con el misticismo y con los asuntos espirituales, y se preocupó más bien por lo tangible, por las actividades de cada día, por las complejidades y dilemas d ela vida.
A menudo es llamado el mayor maestro de la historia de China, y dedicó toda su vida a sus enseñanzas humanísticas y a la formación del carácter moral. En esencia, puede decirse que fue más un reformador social que un disidente religioso. Su mayor preocupación se basó en estimular a los individuos para conseguir el valor de ser ellos mismos y alcanzar la sabiduría, a fin de convertirse en una parte activa de la sociedad en la que vivían. En realidad, el propósito de toda autoactualización, según Confucio, radica en ayudarnos a descubrir nuestra parte en el proceso de ordenar y armonizar el mundo.
En los capítulos 4 y 5 del Gran Estudio, Confucio declara:

Los antiguos príncipes que deseaban desenvolver e ilustrar en sus Estados el principio luminoso de la razón que recibimos del cielo, se aplicaban primero a gobernar bien sus reinos; los que deseaban gobernar bien sus reinos se aplicaban primero a gobernar bien sus familias; los que deseaban ordenar bien sus familias se aplicaban primero a enmendarse.

Y continúa

Los que deseaban enmendarse se aplicaban a procurar virtud a su alma: los que deseaban aplicar virtud a su alma se aplicaban antes a conseguir que sus intenciones fuesen puras y sinceras; los que deseaban que sus intenciones fuesen puras y sinceras se aplicaban antes a perfeccionar cuanto les fuese posible sus conocimientos morales; y perfeccionar nuestros conocimientos morales consiste en penetrar y profundizar los principios de las acciones. Cuando hemos penetrado y profundizado en el principio de las acciones, los principios morales alcanzan, luego, su mayor grado de perfección; cuando los conocimientos morales han alcanzado su mayor grado de perfección, nuestras intenciones se tornan , acto seguido, puras y sinceras; si las intenciones se tornan puras y sinceras, el alma se llena de probidad y rectitud, nuestro ser queda corregido y mejorado; una vez corregido y mejorado el ser, la familia es bien dirigida; cuando la familia es bien dirigida, el reino es bien gobernado; y cuando el reino es bien gobernado, el mundo goza de paz y de buena armonía. [Versión tomada de J. Farrán y Mayoral, CONFUCIO: Los cuatro Libros, Plaza & Janés, S. A., Barcelona, 1982.]

En esencia, para los confucianos esto señala el camino del pleno funcionamiento del ser humano. Sugiere una investigación activa en bien del conocimiento; este conocimiento se dirige a reforzar tanto la mente como la voluntad, y resulta del cultivo continuado de la cualidad de persona y de la sociedad. Desarrolla el “yen”, la perfecta armonía, que está sobre todo relacionada con el crecimiento del respeto a sí mismo, la magnanimidad, la buena fe, la lealtad, la diligencia y la beneficiencia.
Para Confucio, la cualidad de persona no era un estado de perfección, sino, más bien, un estado muy humano, siempre cambiante, a menudo acompañada de ansiedad. El filósofo dijo: “La virtud no es cultivada; el estudio no es requerido cuidadosamente; si se oye profesar principios de justicia y de equidad, no se quiere seguirlos; los malos y perversos no quieren corregirse; ¡ésta es la causa de mi dolor! (Luen-Yu, VII, 3; versión tomada de J. Farrán Mayoral en la obra antes citada.) ”
En un excelente libro llamado Confucio y el humanismo chino (1969), el autor Pierre Du-Dinh describe la persona de Confucio de la forma más iluminadora. Sugiere que, dado que Confucio fue ejemplar con su idea de la persona en pleno funcionamiento, parece apropiado referirse a sus cualidades. Declara que “sus modales eran gentiles, calmosos, austeros e inspiraban respeto sin suscitar miedo. Era sobrio y sereno y , al mismo tiempo, cordial y alegre. Era respetuoso y dado a los actos de una espontánea sensibilidad. Aparecía a un tiempo noble y humilde. Tenía una imagen sensible y estricta de sí mismo, y dedicaba todas sus energías a ser lo que deseaba ser”. ¡Ejemplar sin duda!
Los seguidores de Confucio en pleno funcionamiento no sólo son personas preocupadas por el cultivo de sí mismas y de la armonía, sino inquietas por las relaciones con otros seres humanos. Sentían profundamente que una persona sólo se convertía en plenamente humana si él o ella se hallaba en unión con otro u otros. La esencia de esta unión sería el amor, puesto que sin amor no se puede ser auténticamente persona.
Por lo tanto, no existe lugar para la negligencia, la hipocresía, la deshonestidad, el engaño, el egoísmo y el provincialismo, puesto que el objetivo del confuciano en pleno funcionamiento es la unificación de todas las cosas en el enlace de las polaridades de darse a sí mismo y el amarse a sí mismo, que creían era una sola cosa.
Para la persona, la plena humanidad procede del esfuerzo del cultivo humano y de la perfectibilidad, y aplicar esta unificación perfeccionante del ser a los demás, al Estado y al mundo.
Del libro SEr Persona,Leo Buscaglia.